domingo, 10 de octubre de 2010

HISTORIA DE LA CASTILLA CONDAL.

FUNDACIÓN DE BURGOS.

EL REINO DE CASTILLA.

El primer conde de Castilla (del que se tiene constancia documentada) fue Rodrigo (850-873). Sus dominios abarcaban los valles de las actuales Merindades, las fuentes del Ebro y parte de las montañas de Palencia. Por mandato del rey Ordoño recupera y fortifica la ciudad de Amaya Patricia y Pancorvo. La línea de defensas del condado se completa con fortalezas en Urbel del Castillo, Moradillo, Castillo de Rucios, Castil de Lences, Castil de Peones y la fortaleza de Poza. Ayudado por los guerreros de Castilla impuso en el trono de Asturias a Alfonso III.


A Rodrigo le sucede su hijo Diego Rodríguez (873-890) (apodado Porcelos no se sabe por qué) que trasladó la frontera castellana al foso del río Arlanzón. Levantó fortalezas en el límite oriental del condado: Cellorigo, Cerezo, Ibrillo y Grañón, cerrando el vacío de defensas naturales entre los montes Obarenes y la sierra de la Demanda. Activó la colonización en las orillas del río Tirón y en las estribaciones de los montes de Oca, restaurando esta ciudad y fundando el monasterio de San Félix donde dispuso su enterramiento. Las antiguas calzadas romanas aquitania y tarraconense que unían Burdeos, Zaragoza y Astorga, y por las que penetraban las incursiones musulmanas, quedan bajo el dominio cristiano. Toda la Bureba está protegida.


Estatua ecuestre de Diego Rodríguez (Burgos)

En el occidente del condado el escudo defensivo se desplaza desde Amaya a Castrojeriz, población conquistada por Nuño Núñez. Se levantan fortalezas en Torres de Villandino, Castrillo Matajudíos y de Murcia, Torres de Hornillos y Tardajos, asegurando la comarca, donde el conde funda Villadiego en el 884.

Alfonso III ordena cerrar el flanco sur y las tropas del conde fundan Ubierna y Burgos (884).

Era entonces Castilla un pequeño rincón:
era de castellanos Montes de Oca monjón
y, de la otra parte, Fitero al fondón.
Moros tenía Carazo en aquella ocasión

Un cronista de la época sitúa la muerte del conde en Cornudilla en el año 890.

A principios del siglo X Burgos es llamada ciudad y urbe. El Arlanzón es cultivado en todo su curso y los repobladores se extienden por todo el campo de Muñó. Se fundan las abadías de Cardeña (899) y Arlanza (912). En este período conviven en Castilla tres personajes que se hacen llamar condes:

Nuño Núñez, el reconquistador de Castrojeriz.

Gonzalo Fernández, reconquistador de las tierras viejas de Lara. Levanta el castillo del Picón de Lara, funda un alfoz y patrocina la abadía de San Pedro de Arlanza.

Gonzalo Téllez, defensor de las tierras castellanas del Tirón, del Oja y del Ebro alavés. Aparece como conde de Cerezo y Lantarón.

A la muerte del rey Afonso III, sube al trono su hijo García. Es el momento de una nueva ofensiva castellana que sitúe la frontera en el foso del Duero. Así en la primavera del 912, los tres condes, conocidos como “los tres condes de la gran marcha” inician el ataque:

§ Gonzalo Téllez avanza desde sus castillos de Cerezo y Grañón por la sierra burgalesa, y cae sobre la ciudad de Osma.

§ Desde Castrojeriz parte Nuño Núñez siguiendo las calzadas romanas que venían desde el sur a Palenzuela y Sasamón y pasaban el Duero por Roa, villa que fue conquistada.

§ Por el centro avanzó el conde de Lara, siguiendo el camino que los romanos habían trazado entre el Ebro y Clunia, que fue recuperada. A la altura de Peñaranda el conde divide a sus hombres en dos columnas: la primera sigue a la derecha y conquista la fortaleza de Aza; la segunda gira a la izquierda y, a legua y media de Osma, levanta la fortaleza de San Esteban. La actual provincia de Burgos había sido reconquistada.

Fernán González probablemente nació en el castillo condal de Lara. El 28 de enero del año 929 aparece por primera vez en la historia firmando un documento en el que se presenta como conde de Lara. Del año 969 es el último testimonio escrito del conde; aquí se firma “conde de Castilla por la gracia de Dios”. Cuarenta años de gobierno fernangonzalianos. Fernán González unifica el territorio castellano bajo el mandato de un único conde, pues cuando aparece en la escena política había condes en Amaya, en Castrojeriz, en Muñó, en Lantarón, en Cerezo, en Pancorvo, en Oca, en Lara, en Alava, en Burgos, etc. El amor aportó Alava y Vizcaya pues Sancha era condesa de Cerezo y Lantarón.

La Castilla de los primeros días estuvo a cargo de los jueces (Laín Calvo y Nuño Rasura) y autoridades puestas por los Reyes de León. Entre los años 938 y 942 el conde Fernán Gonzalez proclama la independencia del condado de Castilla respecto al reino de León y organiza el territorio dividiéndolo en siete Merindades: Castilla Vieja, Valdivielso, Cuesta-Urria, Losa, Montija, Sotoscueva y Valdeporres, cada una de ellas gobernada por un merino. Había dos clases de merinos: los mayores o adelantados y los menores. Los primeros eran las verdaderas autoridades y equivalían a los antiguos condes, actuando como jueces, gobernadores y capitanes. Los menores eran nombrados por el merino mayor y actuaban por delegación de éste.

Con el paso del tiempo se crean las Merindades Mayores de Castilla, entre las que estaba la Merindad Mayor de Castilla Vieja que englobaba a las siete iniciales o antiguas. El ayuntamiento de esta Merindad Mayor se ubicaba en Medina de Pomar, antigua Medina de Castilla Veteris, y estaba formado por regidores y procuradores generales de cada
Merindad presididos por el alcalde mayor. Las reuniones en Medina se celebraban en el campo del Rollo.

Los moros atacaron Castilla en el 953 destruyendo Burgos y Cardeña, martirizando a los monjes.
El conde Fernán González participó en la batalla de Simancas en la que el ejército califal fue derrotado. Peleó contra navarros y leoneses, y tanto unos como otros lo apresaron.

“quiso Dios al buen Conde esta gracia fazer
que moros nin cristianos non le podían vencer”

A Fernán González le sucede su tercer hijo García Fernández (970-995), pues los dos primeros murieron, muy probablemente, en el campo de batalla. Ha pasado a la historia como el conde “de las manos blancas”.Al ocupar el trono condal estaba casado con Ava, hija del conde de Ribagorza. Durante su mandato, Gonzalo Gustios, padre de los siete infantes de Lara, recibe la orden de poblar Salas. Castrojeriz recibe el fuero de la caballería villana, por el que asciende a la categoría de caballero el labrador o el soldado que pueda acudir a la llamada militar (fonsado) con un caballo. Creó el infantado de Covarrubias (24 de noviembre de 978)

García Fernández realizó incursiones por tierras de Soria y Guadalajara. En el 975 participa junto con leoneses y navarros en el fracasado asedio de la fortaleza de Gormaz. Se enfrentó al temible Almanzor que destruyó las ciudades de Barcelona, Pamplona, León y Santiago de Compostela (de donde se llevó las campanas de la catedral a Córdoba). Murió alcanzado por una lanza en el 995, en la batalla de Alcozar.

A García Fernández le sucede su hijo Sancho García (995-1017) que se ve en la obligación de pactar con Almanzor, quedando la frontera castellana de nuevo en el foso del Arlanza (se perdieron las plazas de Atienza, Tarancueña, Gormaz, San Esteban, Osma, Sepúlveda, Cuellar, Aza y seguramente Clunia y Roa). También se tuvieron que pagar tributos y el conde entregó a su hermana Oneca al hagib. En el verano del año 1000 el conde anunció que si Almanzor quería cobrar los tributos castellanos debía ir en persona a recogerlos, así que éste salió con sus 20.000 veteranos contra Castilla. Don Sancho fortificó las plazas del Arlanza y espero al moro en los montes de Carazo y de Cervera. El 30 de julio se trabó el combate y los castellanos tuvieron que retirarse a la orilla derecha del Arlanza, pero el ejército de Almanzor sufrió muchas bajas. Aquella jornada se conoce con el nombre de “Arrancada de Cervera”. En junio de 1002 Almanzor volvió a atacar Castilla. Hasta Clunia todo le fue bien, pero a partir de esta ciudad las tropas de Don Sancho comenzaron a hostigar sus flancos. En Salas, Almanzor decidió el objetivo final de la campaña: el monasterio de San Millán de la Cogolla, el cual fue destruido. En la llanada de Calatañazor las tropas castellanas castigaron duramente a los moros, pues como cuenta la tradición: “En Calatañazor, Almanzor perdió el tambor”. Almanzor llegó a Medinaceli donde murió a los pocos días (2 de agosto de 1002). Su muerte supuso la aparición de los reinos de taifas.
Castilla recuperó todas las plazas y castillos en la zona del Duero.

Sancho García funda el monasterio de San Salvador en Oña y deja como abadesa a su hija Tigridia. En este monasterio se representa el mes de agosto el Cronicón de Oña, haciendo un recorrido por toda la historia de la Castilla Condal.

En tiempos de Sancho García se establece que sean naturales de Espinosa de los Monteros los que guarden al rey. Esta tradición se ha mantenido, existiendo un regimiento de la guardia real que se llama así “Monteros de Espinosa”.


El hijo del conde Sancho García fallece y el condado de Castilla pasa a manos del rey de Navarra Sancho III, debido a su casamiento con doña Mayor, hija de Sancho García. A la muerte del rey navarro (enterrado en Oña) éste adjudica a su reino troncal, a Navarra, los antiguos límites de la provincia romana de Tarragona, pasando a Navarra: Alava, Vizcaya, Transmiera, Castilla la Vieja, Bureba y Oca, quedando la frontera con Castilla en Ibeas, Olmos de Atapuerca, Hurones, Vivar, Huérmeces, etc. Con este testamento Castilla veía ampliamente reducido su territorio. El reino de Navarra, con su nueva ampliación, es heredado por García; y Castilla es la herencia de Fernando, que se convierte en el primer rey de la nueva corona de Castilla. Los territorios de León y Galicia fueron la herencia de los otros hijos de Sancho III: Ramiro y Gonzalo.

Fernando I de Castilla no podía tolerar la reducción de los territorios castellanos, así y después de recuperar los territorios de Galicia y León, se enfrenta con su hermano García en la batalla de Atapuerca (recreada por los vecinos de Atapuerca durante el mes de agosto), el 1 de septiembre de 1054. García muere en el transcurso del combate, dicen que herido por un caballero navarro que estaba en desacuerdo con su rey. En la recuperación de los territorios que estaban en manos de los navarros, participó Diego Lainez (padre del Cid) con sus guerreros de Vivar: recuperó Ubierna, La Piedra, Urbel del Castillo, Monasterio de Rodilla, Castil de Peones, Briviesca, Castil de Lences, Poza y Oña. El 31 de agosto de 1056 Fernando I estaba en Oña.

A la muerte de Fernando I, los territorios se repartieron de la siguiente forma entre sus hijos: Sancho (Sancho II) recibió Castilla; Alfonso (Alfonso VI), León; y García, Galicia. A las órdenes del rey Sancho II (que pasaría a la historia como “el fuerte”) se encontraba Rodrigo Díaz de Vivar, hijo de Diego Lainez, que con sólo veinte y pocos años era Alférez mayor del reino. Sancho II peleó contra los navarros y los aragoneses; también asedió Zaragoza y cobró un tributo a su rey. El 19 de julio de 1068 los ejércitos de Sancho y Alfonso se enfrentaron en Llantada a orillas del Pisuerga; el vencedor se apoderaría del trono del vencido. Vencieron los castellanos, pero Alfonso huyó y no aceptó el resultado. Más tarde ambos reyes decidieron repartirse el reino de Galicia, despojando a su hermano García de sus posesiones.

Hubo otro encontronazo entre las huestes de Alfonso y don Sancho en Golpejera (Palencia), en el que los leoneses fueron derrotados y Alfonso hecho prisionero. Quedaba así Sancho como único rey del norte cristiano. La hermana de Sancho, doña Urraca, intrigaba desde la ciudad amurallada de Zamora, contra su hermano, así que éste se presentó ante sus recios muros con intención de aplicar un severo castigo. Allí el 7 de octubre de 1072, Vellido Adolfo atravesó el pecho del rey con una lanza. De esta manera Alfonso, que estaba desterrado en Toledo, sería el nuevo rey. Los restos del rey Sancho fueron trasladados a Oña, sobre su sepulcro quedó escrito:


Iglesia de Santa Águeda

En esta tumba, convertido en polvo y sombra, está encerrado Sancho, guapo como Paris y tan feroz como Héctor. Una mujer de mente cruel, que además era su hermana, le quitó la vida y, despreciada la ley, no lloró al hermano muerto…. Un traidor mató a este rey, en la ciudad de Zamora, por mano de Vellido Adolfo, aconsejado por Urraca, la hermana.

Ante esta situación, dice la leyenda que para despejar todo tipo de dudas que pudiera haber acerca de la participación de Alfonso en la muerte de su hermano Sancho, Rodrigo Díaz de Vivar hizo jurar solemnemente al nuevo rey, Alfonso VI, que no había tomado parte en la muerte de Sancho. Dice la leyenda que esto ocurrió en Burgos, en la iglesia de Santa Gadea (Santa Águeda), llamándosele por esto a este episodio “la jura de Santa Gadea”.

Estatua ecuestre del Cid (Burgos)

Rodrigo Díaz de Vivar se ganó el título de Campeador (Campidoctor), venciendo en duelo personal al Alférez del reino de Navarra, Jimeno Garcés. Hay historiadores que piensan que la animadversión que tuvo el rey Alfonso hacia el Cid comienza cuando éste se decide a hacer una incursión por su cuenta en el reino taifa de Toledo, entonces aliado del rey Alfonso (será más tarde el propio Alfonso VI el que conquiste esta ciudad). Otros ven simplemente un odio visceral, fundamentado en la envidia. Sea como fuere, en el 1081 el Cid es desterrado por primera vez, dejando a su esposa, doña Jimena y a sus tres hijos, Diego, Cristina y María, en la abadía de San Pedro de Cardeña, regida por el abad San Sisebuto (en el puente de San Pablo hay una estatua dedicada a este abad). El destierro dura 6 años, durante los cuales el Cid y sus guerreros estuvieron al servicio del rey moro de Zaragoza Al-Mutamin, combatiendo contra sus enemigos.

En 1087 el Cid vuelve a Castilla, pero al poco tiempo marcha otra vez hacia Levante, donde se establece como protector del rey de Valencia Al-Cádir. Los reyezuelos de Albarracín y Alpuente se le someten y el Cid se convierte en el gran señor del Levante.


Estatuas de personajes cidianos en el puente de San Pablo (Burgos)

Los almorávides (monjes guerreros musulmanes del norte de África) pasan el estrecho en 1089; el rey Alfonso sale a su encuentro en Aledo, citando a las tropas del Cid para el combate. Parece que un error en los partes de situación impide a las huestes cidianas contactar con las tropas del rey; el rey se siente traicionado y manda encarcelar a la mujer y a los hijos del Cid; y a éste le destierra por segunda vez. Rodrigo (acompañado por sus capitanes: Alvar Fáñez, Alvaro Alvarez, Felix Muñoz, Pedro Bermúdez, Martín Antolinez, etc.) en los diez años siguientes se convierte en protector y señor de los reinos moros de Lérida, Tortosa, Valencia, Denia, Albarracín, Alpuente, etc.

El asesinato del rey de Valencia Al-Cádir, protegido del Cid, le sirvió de pretexto para atacar la ciudad: el asedio duro diecinueve meses, tras los cuales don Rodrigo se convirtió en rey de Valencia y su señora, doña Jimena, en reina de Valencia (15 de junio de1094). Los almorávides mandan un ejército enorme contra el Cid, pero éste les vence. Vuelven a atacar en 1097 y 1098, siendo rechazados.

El 10 de julio de 1099 muere el Cid en Valencia. Sus restos descansaron inicialmente en San Pedro de Cardeña, siendo luego trasladados a los pies del crucero de la catedral de Burgos.

Valencia volvería a manos musulmanas hasta que fue conquistada definitivamente por el rey Jaime I de Aragón. Existe un vínculo especial entre Burgos y Valencia que se mantiene vivo entre otras cosas, por la visita que hacen las falleras valencianas durante las fiestas de Burgos, visita que es correspondida por la presencia de nuestras reinas en las fallas.